Comercio

Esta economía, de marcado corte imperial, exigía un activo comercio, cuyas rutas cubrían desde las costas del Pacífico hasta las del Golfo de México. Por eso los pochteca gozaban, como hemos visto, de un fuerte prestigio social. La actividad de los mercaderes no se limitaba al territorio controlado por la cultura aztecas. La demanda de cacao, plumas de quetzal y otras materias tropicales llevaba a los pochteca a los lejanos mercados de Xicalanco, en el Golfo de México, y Xoconochco, en la costa pacífica, importantes centros comerciales donde se intercambiaban las producciones del Altiplano y del área maya.
Algunos bienes suntuarios se distribuían paralelamente a través de la red de mercados locales o regionales. En los tianguiz, que se celebraban cada cinco o veinte días, se vendían todo tipo de mercancías y se ofrecían los servicios de muchas profesiones. Una corte de 12 jueces, presididos por un representante de los pochteca, y un ejército de funcionarios se encargaban de impedir los fraudes o de resolver los litigios.
Las compras se hacían a base de trueque o, lo más frecuente, con moneda. El sistema monetario mexica se diferenciaba bastante del occidental, pues los valores de cambio más frecuentes eran las semillas de cacao y las mantas, cuyo valor dependía de su tamaño y calidad. Al respecto interesa señalar que las mantas suponían una elevada porción de los tributos recogidos.


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